Introducción
Una de los primeras cosas que facilita el desarrollo del conocimiento del ser humano es el juego. El juego no es simplemente un medio para gastar energía o pasar el tiempo. En el proceso humano de jugar se crean relaciones con objetos, situaciones y personas, se potencia el desarrollo cognitivo, sobre todo para la resolución de problemas y la creación de nuevos conocimientos.
Es fundamental reconocer el juego como una función esencial del desarrollo y la evolución del conocimiento humano, y por tanto de la educación, con el fin de establecer su verdadero valor pedagógico y reconocer su mérito en todas las dimensiones de la construcción del individuo.
Relación entre juego y filosofía
Desde el punto de vista de la filosofía, Emanuel Kant se refiere al juego como una actividad que tiene un fin; durante la experiencia del juego se construyen saberes, ya que esta actividad requiere de facultades como "conocimiento, imaginación y entendimiento". A partir del juego las personas comienzan a establecer una serie de relaciones y conexiones cognitivas, a veces sin ser conscientes de ello, que les permiten crear y recrear elementos y conceptos en torno del lenguaje, el arte y la libertad, entre otros.
Cuando las personas juegan no lo hacen considerando que es una actividad establecida, reglada y aburrida para lograr un fin específico; por el contrario, en el juego se realiza un cierto número de actos pensados y predispuestos para desarrollar una idea que genera un grado de satisfacción por el trabajo realizado y los resultados obtenidos; es motivante y gratificante. Al igual que los artistas crean y gozan la realización de sus creaciones, el juego permite crear y gozar tanto del proceso como de los resultados.
Características del juego
El juego no es simplemente una actividad libre y espontánea, tiene reglas. Caillois sugiere que "las reglas son inseparables del juego en cuanto éste adquiere lo que llamaré una existencia institucional" (1997, p. 64). Esta institucionalidad se ve reflejada en los lineamientos de los cuales no se puede desligar el quehacer docente, ya que existe una normatividad que orienta los destinos de la educación. Un ejemplo de ello son los planes de estudio definidos por las instituciones. Otro condicionante es el tiempo.
¿Cómo lo llevamos al aula?
Lo primero es organizar y planificar qué juegos y experimentos queremos que nuestros alumnos hagan en función del tema que estamos dando. Con un presupuesto bajo podemos hacer una cantidad bárbara de juegos y experimentos toda la clase. La clave está en la preparación y planificación.
Comentarios
Publicar un comentario